martes, 21 de octubre de 2014

Veinticuatro veces

 la enigmática descripción que aparece en una tumba junto al nombre de la persona enterrada. Una especie de presagio induce a una joven a descifrar el misterio encerrado en tan inusual epitafio y a ello dedica muchas energías, espoleada por un secreto designio, hasta que, en su primera madurez, consigue desentrañarlo. Esa búsqueda se dilata en el tiempo y en el espacio y se alterna con diferentes consideraciones, de modo que la novela responde a un esquema básico de suspense, sostenido hasta un desenlace en principio inesperado. 

La resolución del enigma es, en todo caso, algo secundario en el relato, el procedimiento para mantener el interés y para cargar de sentido el hallazgo. Este consiste en el descubrimiento de una intensa historia de amor bajo la cual la autora esconde un propósito de la mayor trascendencia. Bellver viene a hacer una proclamación admirativa de la libertad y de la entrega a una causa hondamente sentida y cumplida al margen de las restricciones impuestas a ciertos comportamientos no convencionales. veinticuatro veces

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